Hay quienes dicen “Si Cristo no resucitó al tercer día, toda su palabra es vana” Me resulta imposible compartir esta visión. Si un mensaje hace sentido, hace sentido con total independencia de los atributos de quien lo articula. Si lo que Cristo enuncia es válido como camino para conducir una vida más plena, entonces es válido sin miramientos a si el personaje histórico – o literario – llamado Jesús comparte o no la naturaleza divina. De hecho, podríamos pensar que la presunta naturaleza divina de Cristo es una atribución metafórica que emerge de la constitución orgánica de la estructura de su mensaje.
Dejando entre paréntesis su posible identidad de Dios, Cristo puede haber sido, o no, un miembro de nuestra especie, un humano concreto en un tiempo y lugar determinados, un producto biológico de un padre y una madre. A mi juicio, esta disquisición es muy poco relevante. Cristo es ante todo un texto. Voltaire decía: “Si Dieu n'existait pas, il faudrait l'inventer.”[i] Si esto fuera así, habría que agradecer con fervor a San Pablo por habernos regalado una historia con un personaje central que posibilita tan magno nivel de introspección sobre la naturaleza humana y abre tan radicalmente la puerta a su perfeccionamiento.